Aprender a Vivir

Publicado 1 Dec 2011, 1:30 pm

Pepe Aguilar en su cuenta de twitter creó hace más de un año un hashtag  nombrandolo #juevesfilosofico y es hasta la fecha de hoy uno de los mejores y más populares hashtags de twitter. La primera frase de Pepe fué esta: “Todo lo que hacemos lo hemos aprendido. Hablar, caminar, comer, convivir, etc. ¿Y Quien te enseño a pensar?” Y si que nos ha hecho “pensar” a más de uno, y siendo que si todo lo que hacemos lo hemos aprendido es muy importante también entonces aprender a vivir no creen?

Aprender a Vivir Todo el mundo vive, sin embargo, son muy pocos los que se preguntan cómo hacerlo, y aún menos los que saben hacerlo. Y, es que, muchas personas ven la vida desde una perspectiva negativa y cada día, desde que se levantan hasta que se acuestan, lo pasan lamentándose de su suerte, tristes por diversos motivos, enfadados con el mundo entero, chocando una vez tras otra con la misma piedra, disgustados por su forma de ser… Si esto, en mayor o menor medida, te sucede a ti, es debido a que aún tienes que aprender a vivir.
 

Definitivamente resulta difícil vivir la vida, cuando no se tiene una idea clara de porque hay que vivirla. Resulta difícil vivir la vida, cuando nadie nos a ayudado a descubrir lo hermosa que puede ser.

 
Resulta difícil vivir la vida, cuando el mundo nos va presentando una imagen completamente distorsionada de lo que la vida es; y claro, al no saber ver la realidad asumimos como cierto lo que lamentablemente es una triste distorsión de ella y casi a ciegas terminamos negándole a nuestra existencia su verdadero y profundo sentido.

Será toda nuestra vida un aprendizaje? Será que todo lo que nos ocurre no es sino aprendizaje y oportunidad de crecimiento? Será que nos resistimos a verlo así porque nos cuesta cambiar y preferimos “lo malo por conocido a lo bueno por conocer”?

Por qué en las escuelas no se enseña más sobre la vida? Estas lecciones serían mucho más importantes que saber resolver la más complicada ecuación matematica. Todos necesitamos que nos ayuden, que nos den estrategias, que nos hagan ver que es lo verdaderamente importante en esta vida. Por eso, ya que lamentablemente no nos educan en lo más importante que es saber vivir, hagamos caso de los consejos de la gente mayor, con experiencia, y recordemos los siguiente dichos: “quién no sigue consejos, no llega a viejo,” y “escucha los consejos de quien más sabe, pero sobretodo de quien más te ama”– y agregaría, porqué es que en el hogar, muchos padres no enseñan el valor de la vida?

Por otro lado, a medida que pasan los años, hay algo que se nos hace más y más evidente: lo realmente decisivo no es lo que nos sucede, sino aquello que hacemos con lo que nos sucede. Porque un mismo hecho puede construirnos o destruirnos, según sea nuestro modo de afrontarlo y vivirlo.

Lo que ocurre es que lo que hacemos no siempre nos es consciente. No es raro que nos encontremos tan condicionados que el acontecimiento mismo nos arrastre por derroteros que terminarán siendo más nefastos que el hecho en sí. No es raro tampoco que nos sorprendamos a nosotros mismos en reacciones nada constructivas cuyo origen desconocemos. No es raro, por fin, que nos veamos interiormente divididos entre actitudes contrarias ante la misma situación.

Y, sin embargo, a pesar de frustraciones y de fracasos, a pesar también de satisfacciones y de comodidades, a pesar incluso de que podamos equivocarnos en la lectura de lo que interiormente nos ocurre, a pesar todavía de que lo hayamos intentado sofocar con mil compensaciones, nada calma nuestro anhelo de vivir, nuestro dinamismo interior hacia un “más y mejor”: la pasión por crecer.

Pues bien, si toda nuestra vida es aprendizaje; si lo realmente decisivo no es tanto lo que nos pasa, sino aquello que hacemos con lo que nos pasa; si no es extraño que nuestras reacciones sean las menos constructivas, porque estamos muy condicionados o muy alejados de nuestro mundo inconsciente; si, a pesar de todo, al menos en los mejores momentos, seguimos sintiendo un impulso interior a vivir con mayor plenitud, necesitamos “bajar” de nuestro conformismo autosatisfecho, o “subir” de nuestro pesimismo autojustificado, o “salir” de nuestro vacío resignado, y aprender a vivir, en una tarea siempre inacabada y, por eso mismo, siempre fresca y novedosa, eternamente atrayente.

Aprender a vivir…, en la certeza de que la vida misma va a ser nuestra primera maestra.  Aprender a VivirMaestra sabia que, callada y misteriosamente, nos va a ir poniendo delante las circunstancias, personas, acontecimientos, que necesitemos en un momento determinado para seguir aprendiendo. No es cierto que, al volver nuestra vista hacia atrás, percibimos una fina coherencia en todo lo que nos ha ocurrido, como si una sabiduría misteriosa hubiera hecho posible armonizar los diferentes retazos de nuestra historia? Qué nos hace suponer que no será del mismo modo en el futuro? No nos hemos rendido, también, a la evidencia de que determinados hechos de nuestra vida, que nos resultaron particularmente incomprensibles o dolorosos, se han terminado revelando como los “maestros” precisos que, en ese momento, estábamos necesitando para seguir aprendiendo a vivir?  No, no se trata de justificar el pasado, ni de propiciar una resignación barata, ni de juguetear con un providencialismo infantil. No. Se trata, mucho más sencillamente, de aprender a mirar, aprender a leer lo que nos ocurre y, detrás de ello, empezar a atisbar la sabia y hermosa promesa que la vida encierra.

Aprender a vivir habla, en particular, de unificación y de armonía. La unificación es otro nombre del amor, como fuerza agregadora, aditiva. Vivir, como amar, es crecer y avanzar hacia una unidad creciente. El amor, por tanto, está al principio y al final, es origen y meta de la vida. Así pues, para que el proceso sea posible, tendrá que estar también en el medio, en el proceso mismo. No tiene nada de extraño que a Dios se le llame amor, y que el amor cifre el núcleo más íntimo de toda la ética.
 

Aprender a vivir es, ciertamente, aprender a amar.

 
Aprender a vivir es una tarea compleja, delicada y apasionante, y requiere el cuidado de cada una de las relaciones que somos, si bien todas ellas terminarán convergiendo y unificándose: la relación consigo mismo, con los otros y la naturaleza, con Dios. Requiere, simultáneamente, aprender a asumir constructivamente aquello que más nos puede desestabilizar o confundir: el dolor. Con ello, quedan nombradas las cuatro actitudes básicas, cuatro aprendizajes, que abordo en el texto, como vías que posibilitan una vida más plena: vivir en presente, vivir en profundidad, vivir en fraternidad-solidaridad y vivir constructivamente el dolor.

Insisto en que se trata de aprendizajes, porque estoy convencido de que es algo en lo que todos, poniendo determinados medios, podemos crecer y avanzar. Sin voluntarismos, perfeccionismos ni comparaciones. Muy al contrario, con motivación, lucidez, cariño, esfuerzo y medios ajustados.
 

Porque aprendizaje remite a ejercicio, a práctica. Cada día somos más conscientes de que necesitamos ejercitarnos para aprender casi cualquier cosa. Nos preparamos, casi rutinariamente, para un deporte, para una profesión, para una habilidad. Cómo no prepararnos, ejercitarnos y adiestrarnos en la práctica del aprendizaje más importante: vivir?

 
Han llegado hasta mí estas palabras, que son todo un canto a continuar navegando por este río de la vida, a continuar disfrutando de esta luz que me llena de plenitud y tranquilidad.
 

“Nuestro miedo más profundo NO es NO estar a la altura.

Nuestro miedo más profundo es que somos muy poderosos.

Es nuestra luz, no nuestra oscuridad lo que más nos asusta.

 El disminuirse no le sirve al mundo.

No hay sabiduría en encogerse para que otros

no se sientan inseguros cerca de uno.

 Todos nacimos para brillar como todos los niños.

No está en alguno de nosotros, está en todo el mundo.

 Y al dejar que nuestra propia luz brille,

inconscientemente permitimos que otros hagan lo mismo.

 Al ser liberados de nuestro propio miedo,

nuestra presencia libera automáticamente a otros”

 
Atesora cada momento
Aprender a vivir es mucho más que importantísimo, es fundamental pues de ello depende nuestro futuro. Todo el mundo puede aprender a vivir, lo único que necesita es poseer los conocimientos adecuados y ponerlos en práctica. Así que te animo a que aprendas a vivir y cambies tu vida por completo y para siempre!

Hasta la próxima semana….. Traten de ser felices el mundo todavía es hermoso.