Día de los Muertos ó Halloween?

Publicado 3 Nov 2011, 11:45 am

Dia de los Muertos vs HalloweenEl Día de Muertos es una celebración Méxicana de origen prehispánico que honra a los difuntos el 2 de Noviembre, comienza el 1 de Noviembre, y coincide con las celebraciones católicas del Día de los Fieles Difuntos y Todos los Santos. Es una festividad Méxicana y Centroamericana, se celebra también en muchas comunidades de Estados Unidos, donde existe una gran población Mexicana y Centroamericana.

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura ha declarado esta festividad como Patrimonio de la Humanidad. El Día de los Muertos es un día festejado también en Brasil, como Dia dos Finados.

Los orígenes de la celebración del Día de Muertos en México son anteriores a la llegada de los Españoles. Hay registro de celebraciones en las etnias Mexica, Maya, Purépecha, Náhuatl y Totonaca. Los rituales que celebran la vida de los ancestros se realizan en estas civilizaciones por lo menos desde hace tres mil años. En la era prehispánica era común la práctica de conservar los cráneos como trofeos y mostrarlos durante los rituales que simbolizaban la muerte y el renacimiento.

Hace más de 500 años, cuando los conquistadores Españoles llegaron a lo que ahora es México, se encontrarón que los Aztecas practicaban un ritual que parecia burlarse de la muerte. Un ritual que los Españoles tratarón de erradicar sin éxito. Este ritual es conocido hoy como el Día De los Muertos. Siendo este una celebración para honrar y celebrar a los miembros de la familia quienes  habían pasado al otro lado de la existencia. A diferencia de los Españoles, que veían la muerte como el final de la vida, los Aztecas lo veían como la continuación de la vida. Sin embargo, y debido a las creencias de los Españoles el cual  pensaban que el ritual era un sacrílego. Y en sus tentativas de convertirlos al Catolicismo, los Españoles trataron de “matar” el ritual. Para evitar más problemas, los Españoles cambiarón el día de la celebración coincidiendo con la celebración del Día de Todos los Santos y Día de los Fieles Difuntos (el 1 y 2 de Noviembre), que es cuando es celebrado hasta el día de hoy.

El ritual que se convirtió en el Día de Muertos era conmemorado el noveno mes del calendario solar mexica, cerca del inicio de agosto, y era celebrado durante un mes completo. Las festividades eran presididas por la diosa “Mictecacíhuatl”, conocida como la “Dama de la Muerte” (actualmente relacionada con “la Catrina”, personaje de José Guadalupe Posada) y esposa de “Mictlantecuhtli”, Señor de la tierra de los muertos. Las festividades eran dedicadas a la celebración de los niños y las vidas de parientes fallecidos.

Para los antiguos Mexicanos, la Muerte no tenía las connotaciones morales de la religiones de hoy, en la que las ideas de infierno y paraíso sirven para castigar o premiar. Por el contrario, ellos creían que los rumbos destinados a las almas de los muertos estaban determinados por el “tipo” de muerte que habían tenido, y no por su comportamiento en la vida.
 
 

Lugares donde los Mexicas creian que irián los muertos

El Tlalocan o paraíso de Tláloc, dios de la lluvia: A este sitio se dirigían aquellos que morían en circunstancias relacionadas con el agua: los ahogados, los que morían por efecto de un rayo, los que morían por enfermedades como la gota o la hidropesía, la sarna o las bubas, así como también los niños sacrificados al dios. El Tlalocan era un lugar de reposo y de abundancia. Aunque los muertos eran generalmente incinerados, los predestinados a Tláloc eran enterrados, como las semillas, para germinar.

El Omeyocan, paraíso del sol, presidido por Huitzilopochtli, el dios de la guerra: A este lugar llegaban sólo los muertos en combate, los cautivos que eran sacrificados y las mujeres que morían en el parto. Estas mujeres eran comparadas a los guerreros, ya que habían librado una gran batalla, la de parir, y se les enterraba en el patio del palacio, para que acompañaran al sol desde el cenit hasta su ocultamiento por el poniente. Su muerte provocaba tristeza y también alegría, ya que, gracias a su valentía, el sol las llevaba como compañeras. Dentro de la escala de valores mesoamericana, el hecho de habitar el Omeyocan era un privilegio. El Omeyocan era un lugar de gozo permanente, en el que se festejaba al sol y se le acompañaba con música, cantos y bailes. Los muertos que iban al Omeyocan, después de cuatro años, volvían al mundo, convertidos en aves de plumas multicolores y hermosas.

Morir en la guerra era considerada como la mejor de las muertes por los Mexicas. Para ellos, a diferencia de otras culturas, dentro de la muerte había un sentimiento de esperanza, pues ella ofrecía la posibilidad de acompañar al sol en su diario nacimiento y trascender convertido en pájaro.

El Mictlán, destinado a quienes morían de muerte natural. Este lugar era habitado por Mictlantecuhtli y Mictacacíhuatl, señor y señora de la muerte: Era un sitio muy oscuro, sin ventanas, del que ya no era posible salir. El camino para llegar al Mictlán era muy tortuoso y difícil, pues para llegar a él, las almas debían transitar por distintos lugares durante cuatro años. Luego de este tiempo, las almas llegaban al Chignahuamictlán, lugar donde descansaban o desaparecían las almas de los muertos. Para recorrer este camino, el difunto era enterrado con un perro, el cual le ayudaría a cruzar un río y llegar ante Mictlantecuhtli, a quien debía entregar, como ofrenda, atados de teas y cañas de perfume, algodón (ixcátl), hilos colorados y mantas. Quienes iban al Mictlán recibían, como ofrenda, cuatro flechas y cuatro teas atadas con hilo de algodón.

Por su parte, los niños muertos tenían un lugar especial, llamado Chichihuacuauhco: donde se encontraba un árbol de cuyas ramas goteaba leche, para que se alimentaran. Los niños que llegaban aquí volverían a la tierra cuando se destruyese la raza que la habitaba. De esta forma, de la muerte renacería la vida.

 

Los entierros prehispánicos eran acompañados de ofrendas que contenían dos tipos de objetos: los que, en vida, habían sido utilizados por el muerto, y los que podría necesitar en su tránsito al inframundo. De esta forma, era muy variada la elaboración de objetos funerarios: instrumentos musicales de barro, como ocarinas, flautas, timbales y sonajas en forma de calaveras; esculturas que representaban a los dioses mortuorios, cráneos de diversos materiales (piedra, jade, cristal), braseros, incensarios y urnas.

Las fechas en honor de los muertos son y eran muy importantes, tanto, que les dedicaban dos meses. Durante el mes llamado Tlaxochimaco, se llevaba a cabo la celebración denominada Miccailhuitontli o fiesta de los muertitos, alrededor del 16 de Julio. Esta fiesta iniciaba cuando se cortaba en el bosque el árbol llamado Xócotl, al cual le quitaban la corteza y le ponían flores para adornarlo. En la celebración participaban todos, y se hacían ofrendas al árbol durante veinte días.

En el décimo mes del calendario, se celebraba la Ueymicailhuitl, o fiesta de los muertos grandes. Esta celebración se llevaba a cabo alrededor del 5 de Agosto, cuando decían que caía el Xócotl. En esta fiesta se realizaban procesiones que concluían con rondas en torno al árbol. Se acostumbraba realizar sacrificios de personas y se hacían grandes comidas. Después, ponían una figura de bledo en la punta del árbol y danzaban, vestidos con plumas preciosas y cascabeles. Al finalizar la fiesta, los jóvenes subían al árbol para quitar la figura, se derribaba el Xócotl y terminaba la celebración. En esta fiesta, la gente acostumbraba colocar altares con ofrendas para recordar a sus muertos, lo que es el antecedente del actual altar de muertos.

Los pueblos mesoamericanos, o cuando menos los pueblos de habla náhuatl del periodo Posclásico (900 – 1521), alcanzaron una visión religiosa de la muerte muy compleja. Las fuentes varían, pero se sabe que los pueblos nahuas tenían al menos dos grandes celebraciones para honrar los espíritus de los muertos: una dedicada a los niños fallecidos y otra para los muertos adultos, y al menos una de estas fiestas era en Agosto.

Asi más o menos era una ofrenda Azteca

Asi más o menos era una ofrenda Azteca

Sin embargo a la llegada de los Españoles, tratando de quitar las costumbres de los indigenas impusierón su religión y quisieron quitar la tradición pero no pudieron, entonces solo cambiaron las imagenes de los Aztecas por imagenes Catolicas y desde ese entonces hasta hoy se sigue poniendo una ofrenda a los muertos pero ahora asi:

En las ofrendas podemos observar una gran variedad de alimentos como frutas, panes, y comida favorita del muerto o difunto, esta festividad esta declarada por la UNESCO como obra. Maestra del Patrimonio Cultural de la Humanidad sin embargo esta festividad se esta perdiendo ya que la mayoría de los jóvenes dejandose influenciar del televisor  ya que en estas fechas solo se habla del Halloween, por donde quiera para aprovechar y anunciar descuentos en las tiendas departamentales o para ir a las discos en una noche de Halloween. La television Mexicana esta llena de programas que no hacen más que promover su famoso Halloween por medio de especiales o programas que hablan de estos temas que esto hace que se olviden del verdadero significado de esta fecha que es honrar y “convivir” con los difuntos y no salir  a las calles a pedir su “trick or treat” que no tiene nada que ver con lo que es la tradición Méxicana del día de muertos.

Con la conquista de México y la destrucción de la cultura oficial de las naciones mesoamericanas, los indígenas adoptaron elementos de su religión antigua a sus prácticas Cristianas. Las fiestas diferenciadas de los Aztecas sobreviven en la celebración de los muertos niños el 1º de noviembre y la fiesta de los muertos adultos el 2. No es casualidad que las celebraciones más elaboradas e impresionantes del Día de Muertos se practiquen precisamente en las comunidades indígenas, ni que la noción del regreso de las almas de los difuntos sea más explícita en los rituales indígenas del Día de Muertos. El concepto de las ofrendas a los muertos también viene directamente de la tradición prehispánica de enterrar a los muertos con ofrendas, una costumbre que se repite en muchas otras culturas a lo largo de la historia y por todo el mundo.

Sin embargo, la celebración del Día de Muertos que se ha “estandarizado” tiene más elementos Católicos que prehispánicos. Los altares de muertos no parecen tener un equivalente prehispánico. Las costumbres antiguas del Día de Muertos propiamente dicho son completamente católicas: misa por la mañana, visita al cementerio para limpiar y adornar la tumba del muerto a mediodía, rosario por la noche. Los elementos prehispánicos del Día de Muertos que las instituciones nacionales destacan tanto y sirven para trazar una línea de identidad entre los mesoamericanos y los Mexicanos modernos bien pudieron originarse a mediados de la década de 1930, durante el gobierno de Lázaro Cárdenas, como producto del nacionalismo de la Revolución y su exaltación del pasado indígena.

 

Halloween

Halloween es una contracción del inglés “All Hallows’ Eve”, literalmente, “víspera (del día) de Todos los Santos.” Sus orígenes se trazan hasta la fiesta de Samhain, que marcaba el año nuevo celta y era celebrada a finales de octubre y principios de Noviembre. Se creía que durante Samhain, el mundo de los dioses y los espíritus se intersecaba con el mundo de los hombres. Esto permitía que los espíritus de los difuntos pudieran visitar por un tiempo a sus parientes, pero también permitía que otros seres como duendes, hadas o espíritus nocivos atacaran a la comunidad. Por eso, durante Samhain se encendían grandes hogueras que ahuyentaban a los fantasmas malvados y de vez en cuando se hacían sacrificios humanos para propiciar a los dioses. Samhain era también una época propicia para la adivinación.

Cuando el Cristianismo llegó a las comunidades celtas de las Islas Británicas, especialmente en Gales e Irlanda, el Samhain se fusionó con la recién promulgada fiesta de Todos los Santos (de ahí el nombre en inglés) que desde entonces se celebra el 1º de noviembre. Así que podemos decir que Halloween nació a principios del segundo milenio de la era cristiana. Aquí hay que hacer hincapié en que todo parece apuntar a que Todos los Santos se celebra el 1º de noviembre por decisiones del clero en Roma sin relación con el área celta. Al menos hasta el siglo XX, comunidades rurales en las antiguas regiones celtas de las Islas Británicas todavía organizaban hogueras comunitarias y practicaban algunos juegos y rituales derivados del Samhain.

Hacia el siglo XIX, el Halloween llegó a Estados Unidos como consecuencia de la inmigración irlandesa, que además de su fuerza de trabajo trajeron sus tradiciones. Ya en América, el Halloween comenzó a evolucionar hacia la celebración absurda y sin sentido que es hoy, y adoptó casi todas las costumbres actuales, como la decoración con calabazas y la peregrinación de niños por sus barrios pidiendo dulces. Durante la segunda mitad del siglo XX, la creciente influencia de la cultura de masas estadounidense extendió el conocimiento del Halloween a nivel mundial, aunque sólo es practicada en algunas pocas regiones de América, Europa y Oceanía.

Algunos satanistas y neopaganos han adoptado el 31 de octubre como fecha de sus propias celebraciones. Ambos, a su manera, abrevan de las tradiciones célticas: los neopaganos directamente, y los satanistas asimilan como propias las distorsiones medievales cristianas de la religión celta como adoración del diablo.
 
 

Comparando

El Día de Muertos (mexicano) y el Halloween (céltico-americano) son celebraciones precristianas con la misma idea en común: las almas de los muertos regresan. Esta idea es un tanto incompatible con la ortodoxia católica, que en ninguna parte dice que los muertos son capaces de salir del Cielo, del Purgatorio o del Infierno en ningún tiempo, de ningún modo.

Cuando el clero religioso rechaza al Halloween, se equivoca en muchos niveles. No puede exaltar la herencia prehispánica y necesariamente pagana del Día de Muertos (por muy exagerada que esté) y denigrar la herencia céltica y necesariamente pagana del Halloween. Por otro lado, Halloween no es más satánica que el Día de Muertos o cualquier otra manifestación de piedad popular religiosa. Lo que el clero nunca dice, tal vez porque no lo sabe y porque no le importa, es que los irlandeses que impusieron el Halloween en Estados Unidos eran en su gran mayoría católicos devotos. Es bastante curioso este caso de religiosos rechazando tradiciones religiosas sólo por traer un esquema de creencias precristianas.

Me parece que estamos viviendo un replanteamiento de la tradición del Día de Muertos. Por un lado, los altares a los difuntos, como el elemento más visible del ritual de Día de Muertos patrocinado por las autoridades y los medios de comunicación, se están consolidando a nivel nacional, llevándolos a regiones donde no se acostumbraba montarlos. Por otro lado, la globalización de la cultura popular estadounidense ha hecho que el Halloween permanezca cuando menos en el mediano plazo. Al menos en el centro y el sur de México, el Día de Muertos no va a ser desplazado por el Halloween. Ambas fiestas coexistirán más o menos armónicamente sobre todo en las ciudades. La verdad, no me sorprendería si en algunos años el Día de Muertos termina adoptando como propios algunos rasgos de Halloween. El proceso ya empezó: uno puede ver hoy en día personas disfrazadas de esqueletos y catrinas en los actos públicos del Día de Muertos, principalmente en la ciudad de México. Algunos alfareros han comenzado a fabricar y vender calabazas de barro.

Quién sabe: tal vez en el futuro los niños recojan dulces, frutas y pan de muerto el 31 de octubre y usen parte de su “botín” para decorar los altares de muertos que sus padres y abuelos pondrán al día siguiente. Digo yo nomás digo.

Me despido de ustedes con un poema del rey poeta azteca Nezahualcoyotl

“Somos mortales todos habremos de irnos, todos habremos de morir en la tierra… Como una pintura, todos iremos borrando. Como una flor, nos iremos secando aquí sobre la tierra… Meditadlo, señores águilas y tigres, aunque fuerais de jade, / aunque fuerais de oro, también allá iréis al lugar de los descansos. Tendremos que despertar, nadie habrá de quedar.”